Al final de la primavera, despues de haber plantado todo, aún quedaba libre un trocito del huerto. Se me ocurrió plantar garbanzos. No tenía ni idea de cómo era la planta ni de su cultivo. Cogí de la cocina un puñadito de garbanzos bio de los que tenemos para comer, los puse a germinar en un platito con agua entre dos servilletas de papel y a los dos-tres días "todos" habían brotado con su puntita blanca. Así que los planté en el huerto sobrante en dos hileras, separados entre sí unos 5 cm. Crecieron muy bien sin apenas riegos y sin más trabajo que quitar algunas hierbas invasoras hasta que acolché el suelo con paja.Crecieron hasta hacerse una matitas de unos dos palmos de altura, que llegado su momento, dan unas pequeñas vainas que contienen cada una 1 ó 2 garbanzos. Aún no los hemos probado pero tienen buen aspecto.
El cultivo no ofreció dificultades y al final se recogen las plantas y se dejan secar. Lo laborioso fue después separar manualmente los garbanzos de las matas. No son tan gordos como los que se pueden comprar y obtuve, después de lento trabajo, como 2-3 kilos, suficiente para un invierno familiar.
No obstante no creo que repita la experiencia pues al precio de los garbanzos, incluso biológicos, pienso que no vale la pena.
Esto me ha hecho reflexionar sobre la rentabilidad de las cosas. Si contara fielmente las horas que utilizo para cultivar patatas, o tomates o calabacines y el precio de todo ello en el mercado, seguro que tampoco nada de esto es rentable.
Me he dado cuenta de que consideramos rentables muchas cosas que en realidad no lo son y simplemente "olvidamos" incluir los costes que no nos interesa ver. Así, el coste de una prenda de ropa que nos parece de buena relación calidad precio no tiene en cuenta las condiciones laborales de quien la trabajó a miles de Kms. de distancia, ni la contaminación del colorante que se utilizó en condiciones insalubres. Lo mismo sucede cuando compramos un esparrago que se cultivó en un país donde se utilizan herbicidas que en Europa están prohibidos por nocivos para la salud, y donde el agricultor trabaja en condiciones muy cercanas a la esclavitud; es evidente que puede resultarnos más barato que uno cultivado en nuestro propio país , pero cerramos los ojos a esos costes y así podemos verlo como una buena compra. Y qué decir del Kw fabricado en una central nuclear, que no tiene en cuenta el coste que habrán de pagar en salud y economía las generaciones de los próximos mil años... Estoy seguro de que mi Jardín sería más rentable si en vez de reciclar nuestra basura la echara en el jardín vecino; sólo necesitaría no mirar en esa dirección...
Pero tengo la impresión de que , aunque cerrar los ojos es una buena técnica para ver solo el lado hermoso de la vida, es todo lo contrario de la visión global de Gautama, que preside el Jardín. El Jardín es en realidad la tierra entera . Y mi jardín es el trocito de planeta que está a mi cuidado.
Creo que el año próximo volveré a plantar garbanzos.