El silencio del invierno

El invierno en la montaña nos conduce al interior.  
 Aunque los días suelen ser  maravillosamente soleados, 
las noches son frías . 
El sol se esconde pronto y sale tarde 
y toda la naturaleza se pone al ralentí.
Deja de crecer la hierba,
 los árboles sin hojas esperan pacientemente, 
apenas se oyen pájaros
y las gallinas dejan casi de poner. 
El huerto está desierto, excepto unos puerros que sobreviven a pesar de las heladas nocturnas.

 En la montaña, incluso  los humanos son arrastrados por el ritmo de la estación fría:
Se detienen los tractores, escasean los visitantes 
y el pastor mantiene  las ovejas lejos, guardadas en el redil.
y entonces...
llega  el silencio.

Al principio resulta extraño, como si algo faltara en el paisaje.
Hay noches  en que el silencio es tan profundo
 que crees escuchar el zumbido de tus propias células, 
como hirviendo de electricidad.

Después , cuando no hay nada que ver, 
nada que escuchar  allá afuera ,
descubres como por azar, 
como si se hubiese encendido una bombilla,
que el silencio externo es hermoso
y que existe  además otro mundo enorme dentro de tí mismo:
hay millones de pensamientos, de recuerdos,
  imágenes,  músicas,  ideas, 
geometría, poesía, emociones,
amor, resentimientos, errores cometidos, 
planes de futuro, cosas que mejorar...

 Allí comienza el viaje al interior. 
Hay tanto material para ser procesado , revisado, 
ordenado, comprendido. 
Tal vez sea ése el  primer punto del "Conócete a tí mismo."
En ese estado la mente se siente ligera y clara, 
y va  viajando como una mariposa entre ese contenido
 que es la memoria de todo lo vivido hasta el momento.

Es un tiempo dulce, 
a pesar de que uno es también consciente
de muchísimos  errores , limitaciones y miserias,
 pues se siente la Luz que está iluminándolo todo.

Pero más tarde...

Después de un largo tiempo  en ese viaje,
 comprendes de pronto, 
 también como por azar,
que escuchar todo aquello es quizás en vano,
que es lo mismo que escuchar tractores, niños, pájaros,
arroyos o aviones 
y entonces dices: "Ah, vale" 
 y callas, 
apagas la radio, la Tdt interior 
y entonces el silencio del invierno ha entrado de verdad, 
y lo que se siente
 ya no es explicable de ningún modo.




El silencio es un poder sanador

El silencio es curativo. Florence Nigthingale, le enfermera que inspiró la creación de la Cruz Roja,  decía, hacia 1850, que el ruido innecesario es la más cruel falta de atención que puede infligirse a un enfermo.

El silencio es regalo porque permite a la persona vivir  dentro de su propio ritmo. En el propio cuerpo  y en la mente, hay un millón de procesos que deben armonizarse, como las ruedas de un reloj o los instrumentos para una sinfonía.  Y lo consiguen cuando no son perturbados desde fuera.

Sabemos cómo el ruido extremo de un aeropuerto  produce graves problemas de salud. Otros menos extremos producen problemas menores. El sonido, el ruido, como también la música, son vibraciónes que nos atraviesan y nos hacen vibrar imponiendo su ritmo sobre el de nuestra persona. En comercios, supermercados, gasolineras, y en cualquier sitio hay músicas que lo impregnan todo,  con la intención consciente o inconsciente  de aturdirnos para que compremos más.



Por ese poder que tiene el sonido de penetrarnos, es difícil  al escuchar determinados ritmos  evitar que el pie  baile  solo;  incluso en personas sordas,  pues no depende del oido. Tal vez debamos controlar lo que escuchamos tanto como controlar lo que comemos para evitar el colesterol o el azucar.

Es conocido que los soldados que marchan en formación al llegar a un puente tienen que dejar de marcar el paso, pues la vibración de todos al unísono ( un solo sonido) puede derribar el puente. Tal vez cayeran las murallas de Jericó por la vibración de unas trompetas. Tal vez cayó  en 1940 el  magnífico Puente colgante de Tacoma (USA) por el silbido del viento sobre los cables de los que se sustentaba.

Dice el hinduismo que el  sonido del OM es el origen de todo el universo.
Yo supongo que el Big Bang también debió tener su sonido aunque no estuviésemos los humanos para escucharlo y aunque la ciencia no lo nombra.

Por cierto, que también
 " En el principio era el verbo" 
o sea la palabra o sea el sonido.

Una clásica adivinanza:
¿ Qué es tan frágil que se rompe con solo decir su nombre ? 

 Atendiendo a los ritmos de  ruidos y músicas que nos rodean no alcanzamos a  atender al  ritmo de  nuestro interior.

 Es por eso que  el silencio, como la oscuridad, debiera ser patrimonio de la humanidad,  y considerado como un tesoro.

El silencio es tan importante como la  biodiversidad,  como el aire limpio o el agua no contaminada.

Así que escucho el Silencio del invierno, aquí en la montaña,
 y dejo que penetre en mi persona y lo suavice todo,
 como un OM. 

  

1 comentario:

Añade tu comentario.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...