Cuando comes hortalizas de un pequeño huerto descubres, con placer, que el tomate sabe de verdad a tomate y la fresa a fresa.
Cual es el misterio?
Es en realidad muy sencillo cuando comprendes qué es una planta.
Una judía, por ejemplo, o una semilla de tomate, es tan solo un pequeño código genético, lo más parecido a un programa de ordenador, y rodeado de alguna substancia de reserva para empezar a vivir.
Apenas la semilla dormida detecta el grado de humedad y de calor que esa especie en particular necesita, se pone en marcha. Echa raíces hacia abajo y tallo hacia arriba (¿por que no lo hace al revés? ) y empieza a transformar la materia del suelo en hojas, tallo, flores y frutos.
Estas frambuesas y las otras fotos son del año pasado |
Es un proceso que podríamos llamar mágico, tan hermoso cuando podemos contemplarlo acelerado en un vídeo. Es la sabiduría presente en toda vida. Cada planta "sabe" lo que debe hacer.
La planta se va construyendo con los minerales presentes en el suelo y con agua. Cada especie sabe lo que ha de tomar del suelo y en que cantidad y en que momento, así que si cultivo en el mismo suelo un tomate al lado de un pimiento, cada uno tiene su peculiar sabor.
Es la inteligencia vegetal.
Tres son los elementos más abundantes e imprescindibles: El nitrógeno que da crecimiento vigoroso a la planta; el Fósforo que le ayuda a crear los retoños, las flores y los frutos; y el Potasio que le da dureza, salud, fortaleza y resistencia a la enfermedad.
Pero hay muchas más elementos en cualquier suelo: manganeso, boro, molibdeno azufre, zinc, magnesio... En un buen suelo todos están presentes. También en un buen compost, disponibles para la planta.
Sin embargo en los cultivos intensivos se abona casi únicamente con los tres imprescindibles (N. P. K.) de modo que a cada cosecha los demás elementos van escaseando y el pobre tomate o la judía ya no consiguen boro o zinc...
Sobreviven y dan fruto, pero éste carece del sabor que le corresponde.
El suelo está en realidad inerte, ya no tiene reserva de minerales y solo vive de lo que se va aportando.
Por eso el sabor de estas berenjenas y pepinos de nuestro huerto es tan delicioso.
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